jueves, 16 de julio de 2020

La bahía más cercana al sol

Por Yoqsan Berumen 

La siguiente historia la escribí par una clase mientras cursaba mi maestría en sistemas ambientales, cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia...

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Para cuando la gente de la bahía de Minamata se dio cuenta de que estaba siendo envenenada, decenas de personas, aves y peces, habían perecido o enfermado gravemente, víctimas de un enemigo invisible.
Esto pasó en 1953, sin embargo, era un desastre inminente que se venía arrastrando desde mucho antes. Y no fue hasta 1968 que el gobierno japonés anunció que la causa de las crecientes adversidades era el consumo de pescado contaminado por mercurio, proveniente de los vertidos de la empresa petroquímica “Chissoinn”.

A pesar del cese a las descargas y las sanciones a “Chissoinn”, aún persistían aproximadamente 80 toneladas de mercurio en la bahía. La exposición no se podía parar, ¿cómo quitarle la principal fuente de alimento a una comunidad? El pescado seguía siendo un pilar importante en la dieta diaria, sabiendo incluso que los mataba lentamente. Una comunidad humilde no se podía dar el lujo de comprar otro tipo de comida.

Con el pasar de los años, lejos de mejorar, se hicieron presentes más enfermedades neuronales y mutaciones. Ceguera y malformaciones en el rostro y el cuerpo eran cada vez más comunes en los recién nacidos. Sus cuerpos parecían hechos de cera que había sido expuesta al calor, como derretidos. De ahí que los pescadores empezaran a llamar a ese lugar como “La bahía más cercana al sol”.
Se consideró entonces como una causa perdida, y tiempo después regresaron las descargas a pesar de los dilemas éticos que suponía. Pues los intereses de los más grandes siempre están por encima de la ética.

La evolución fue haciendo lo suyo, transmitiendo con cada nueva generación los genes mutantes que les permitían sobrevivir a los pobladores. Fue un proceso lento, terrible, lleno de muerte, pero al final los sobrevivientes necesitaban el mercurio en su dieta tanto como al pescado.

Para el 2100, la bahía más cercana al sol y sus habitantes, eran considerados como un sumidero para todos los residuos mundiales de mercurio. ¿Cómo era posible que sobrevivieran a dosis tan letales del contaminante? Era una pregunta en boca de toda la comunidad científica. Pero una parte de ella no pretendía buscar una solución, querían estudiar la posibilidad de crear humanos resistentes no solo al mercurio, sino también a todos los contaminantes industriales que frenaban el crecimiento tecnológico.

Cuando el grupo de científicos desembarcó en la bahía con sus trajes y mascarillas, inmediatamente encontraron a un habitante sentado cerca de la costa. Dudaron un momento en acercarse, tenía severas deformaciones y no podía ver, se valía de una vara para poder caminar. Y una vez que escuchó los motivos de los visitantes, no pudo evitar burlarse de ellos y decirles:

-¿Es esto lo que quieren para todo el mundo?
-Mis sentidos del olfato y del gusto han sido mermados debido a una mutación, pero lo agradezco. Sino fuera así, me daría cuenta que toda esta costa huele a muerte, ni podría soportar el sabor de mis alimentos. De igual forma mi vista nunca se desarrolló y a pesar de eso puedo sentir que mi rostro es deforme, puedo sentir esas cosas que llevan sobre el rostro para poder respirar este aire tóxico. Por aquí no se escucha nada, ni una sola ave se atreve a pasar por este lugar de muerte. Sólo se escuchan los barcos que de vez en cuando vienen a tirar sus residuos en nuestro hogar. Les pediríamos que ya no lo hicieran, pero ahora los necesitamos para vivir, así nos han hecho ustedes.

-No sé exactamente como luzca yo ante sus ojos, pero sí sé, que ustedes, son realmente monstruosos.


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